viernes, 22 de febrero de 2019

Rascacielos de J.G. Ballard



Desde que Runas anunció esta reedición de Rascacielos (con traducción nueva incluida, de David Tejera), tenía muchas ganas de ponerme con él. Su tamaño era una ventaja (ya he dicho más de una vez en este blog lo mucho que me gustan las novelas cortas) y la temática me llamaba aún más la atención. La ciencia ficción tiene el poder de especular, de trasladarnos a un futuro cercano e imaginar, en situaciones concretas, como actuaría el ser humano. Esto es lo que intenta hacer Ballard en esta novela y, por desgracia, a mi no me ha acabado de convencer. Pero no adelantemos acontecimientos y vamos a por la reseña.

Laing, un recién divorciado, acaba de mudarse a uno de los cuatro rascacielos cercanos a su trabajo. El suyo es un edificio de 40 plantas en el que viven unas 2000 personas, con todos los accesorios necesarios para una vida de lujo. Los inquilinos y vecinos de Laing son hombres de negocios, dentistas, médicos, gente de la farándula, joyeros y todo tipo de gente con gran poder adquisitivo. Sin embargo, cuando la luz se va de algunos pisos, la sociedad bien establecida del rascacielos empieza a tambalearse.

Rascacielos forma parte de un tipo de novelas que especula como actuaria el ser humano de estar este confinado en un espacio cerrado y en sociedad. Es un tipo de novelas que me fascina y que Stephen King creo que hace muy bien (si no habéis leído La niebla, os lo recomiendo). En cambio, hay una variante que creo que falla en la premisa del libro de Ballard y no en las otras novelas de este estilo y es que en Rascacielos, nadie está atrapado: Los vecinos de Laing siguen asistiendo al trabajo, las puertas del rascacielos están abiertas. Así, algunos de los problemas a los que se enfrentan los habitantes, como la falta de comida en el edificio, parecen de una envergadura menor al poderse solucionar.

Por supuesto, lo que Ballard intenta explorar en la novela sigue patente y llega al lector igualmente. Esa idea de la humanidad contra lo material, de la facilidad que tiene el ser humano de sucumbir cuando todo aquello que da por hecho desaparece. Es interesante también la lucha de clases que se crea en el edificio y, para mí, una de las facetas más interesantes de la historia: Cuanto más arriba, mejores son las prestaciones y por lo tanto, más caro es el piso. Este es uno de los primeros elementos diferenciadores, uno que puede trasladarse a nuestro día a día.

Esta novela de Ballard fue escrita hace más de 30 años, pero algunos de los temas que trata siguen vigentes hoy en día. La deshumanización de las ciudades, la idea de seres humanos viviendo en edificios sin conocer a sus vecinos, sin relacionarse con ellos. Los habitantes, separándose por pisos y haciendo la clara diferenciación de “ellos” y “nosotros”, enemizando el “ellos” como personas ajenas, algo que se hace continuamente en la sociedad actual y que el propio Ballard tuvo que vivir cuando, de pequeño, estuvo en un campo de concentración.

El estilo es otro de los aspectos que más me ha costado al leer la novela y es que Ballard abusa demasiado de la exposición narrativa, sin dejar que sean los personajes los que hablen. Los diálogos brillan por su ausencia y en vez de eso nos encontramos con páginas enteras de reflexiones de los personajes. Y aunque este estilo denso pega con la novela, habría esperado que el autor se fijara más en tratar a los personajes y en ahondar en las relaciones entre ellos y no solo en la psicología individual de los tres personajes principales.

En conclusión, Rascacielos es un buen libro, con una premisa interesante y un desarrollo muy bien estudiado. Se hace algo duro y denso de leer, pero es un ejercicio interesante si os gustan, como a mí, esta clase de libros. Sin duda Ballard es un autor de ciencia ficción especulativa clásica que hay que tener en cuenta y con Rascacielos, aunque no ha sido exactamente lo que esperaba, me lo ha demostrado.

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