jueves, 2 de mayo de 2019

Cero de Kathe Koja



Ya he declarado en anteriores reseñas lo mucho que admiro el trabajo que está haciendo Biblioteca de Carfax para acercar el terror a un público diferente. Era necesario que naciera una editorial así, una alternativa al terror más clásico de Valdemar (que es una gran editorial también, con un gran catálogo) y que a su vez, rescatara clásicos del género como el que vengo a hablar hoy: Cero de Kathe Koja. La edición es tan preciosa como las anteriores, con portada de Rafael Marín y traducción de Pilar Ramírez Tello.

Nicholas es un joven que parece de vuelta de todo. Trabaja en un trabajo de mierda que le permite pagar el alquiler y el alcohol, escribe poesía infecta y no hace mucho más con su vida. Hasta que, junto con Nakota, una amiga y ex-amante, descubre un agujero negro en el almacén de su edificio. Lo que al principio es un hallazgo fascinante se va convirtiendo, poco a poco, en una obsesión oscura.

Uno de los puntos fuertes de esta novela y el más importante en cuanto a meternos en la ambientación, es el punto de vista narrativo. Koja nos mete dentro de la mente de Nicholas y casi parece que sea literalmente: la forma de escribir y narrar el libro está en forma de monólogo interior (o stream of consciousness). De esta forma, solo conocemos a Nakota de forma indirecta, a través de los ojos de Nicholas, y sin embargo, es evidente que es la verdadera protagonista de la historia: La fuerza que conduce la trama. Esto es especialmente potente, pues Nakota es un personaje despreciable: egoísta, despreciable, incapaz de pensar en las consecuencias de sus acciones. Un tipo de personaje que no vemos como punto central de una novela y que a su vez, consigue que Cero sea aún más interesante. 

La otra fuerza que conduce la trama es el propio agujero negro. Koja usa este elemento de forma muy inteligente y, como lectores, somos conscientes de su extrañeza, de la misma forma que lo son Nicholas y Nakota. Sin embargo, el terror viene a través del desconocimiento, de la incapacidad que tienen los personajes, y nosotros con ellos, de aprehender qué es el agujero negro y como funciona. La ignorancia es la fuente principal del terror, como también lo es la incapacidad por alejarse de la influencia del agujero negro. Los personajes se sienten constantemente atraídos por él y el hecho de no saber qué hay más allá solo aumenta esta atracción.

Este libro es un viaje a los infiernos más profundos. Un viaje que hacemos con Nicholas, mientras el resto del mundo se va desmoronando. La degradación del personaje se corresponde directamente a la degradación de la narración y eso atrapa con aún más fuerza al lector. Más que un terror físico, tangible, lo que provoca Cero es una sensación de incomodidad que deja los pelos de punta, pero que te engancha a sus páginas sin remedio.

En conclusión, este es un libro extraño, en  el cual es fácil de entrar, pero difícil de salir. Un libro escrito con una fuerza extraña (y maravillosamente traducido por Pilar Ramírez Tello, tengo que añadir), que te atrapa e incómoda. Una de esas historias que a través del morbo, el asco y la curiosidad, logran atraerte. Sin duda, si os buscáis un libro de terror diferente, Cero es una muy buena opción.

Reseñas del libro:

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