martes, 22 de octubre de 2019

El castillo en el aire de Dianne Wynne Jones



Leí El castillo ambulante por pura curiosidad. La película de Miyazaki es una de mis películas preferidas ever, así que quería saber cómo era el material de base. Lo que no me esperaba es que me gustara tanto: la ambientación preciosa, los personajes encantadores y esa narrativa tan dulce que arrastra al lector hacia un lugar cálido. Es por eso que cuando Nocturna se propuso publicar los tres libros de la trilogía, no pude más que alegrarme. Aún no me los he podido comprar los tres (acabarán en mi estantería, eso seguro), pero no quiero perder la oportunidad de reseñar y recomendaros una lectura magnifica. Así que si ya habéis leído El castillo ambulante, ya sabéis que toca ahora: leer El castillo en el aire de Diana Wynne Jones.

El castillo en el aire se situa en el país vecino de Ingary (lugar donde viven Howl y Sophie). Ahí vive Abdullah, un vendedor  de alfombras que va sobreviviendo al día a día, feliz de su negocio. Un día recibe la visita de un extraño, que le acaba por vender una alfombra voladora. Aunque al principio no confía en él, al final acaba descubriendo que la alfombra sí es voladora y que puede llevarlo allá donde quiera. A partir de entonces, la vida de Abdullah cambiará radicalmente.

Digo que esta es una segunda parte de El castillo ambulante, ya que pasa después de los eventos que suceden en el primer libro. Pero Diana Wynne Jones toma una decisión muy interesante, y es alejar la historia de Howl y Sophie y presentarnos otros personajes en otro ambiente totalmente diferente. Así, tenemos una historia de fantasía arábica, una reinterpretación de Las mil y una noches, pero sin perder toda la magia creada en la primera historia.

Pero aunque el principio se aleje totalmente de lo que pasa en El castillo ambulante, esta es, de hecho, una continuación, pues hacia el final la trama de Howl y Sophie colisiona con la de Abdullah y, si no habéis leído el primero, podéis tragaros algún spoiler. Esta fusión está muy bien llevada y, cual crossover, acaba interesando más al lector si cabe. Pero a pesar de todo, el libro se podría sustentar por si solo sin esos personajes: Abdullah, la princesa, el djinn, la alfombra y toda la trama que los rodea es, de por sí, suficientemente interesante.

Igual que en el primero, Diana Wynne Jones demuestra tener una capacidad espectacular para la fantasía y los mundos mágicos. Muestra con facilidad la ambientación, sin que esta sea demasiado abusiva. Al contrario. Igual que pasó en la primera parte, Jones usa elementos que ya conocemos, en este caso de la mitología árabe, para llenar de magia sus historias. Así, nos encontramos con sultanes, princesas, alfombras mágicas, djinns… todos personajes o elementos que ya hemos visto con anterioridad en otras historias, pero mezclados de forma que parecen nuevos, originales.

Diana Wynne Jones tiene esta capacidad, en parte, gracias a un dominio espectacular del idioma. Su forma de escribir traslada al lector a estos sitios, y le permite conocer los personajes y entenderlos como si fueran seres humanos reales. Además, y como ya pasó en la primera novela, hace un uso del humor irónico muy sutil, pero que le da el toque perfecto para ser una novela entretenida y fácil de leer, tanto para un niño como para un adulto. Esto se suma a unos diálogos muy bien llevados y a unas descripciones nada pesadas.

En conclusión, El castillo en el aire es una continuación estupenda a El castillo ambulante, sobre todo por que solo es una continuación a medias. Es genial poder leer un poco más de Howl y Sophie, pero Jones no nos apabulla con su historia, pues alargarla habría sido estirar demasiado el chicle. Añadiendo nuevos personajes, extendiendo la ambientación, lo que consigue es crear una trilogía muy interesante y con muchos puntos de vista. Solo he podido leer los dos primeros, por desgracia, pero espero poder hincarle el diente a La casa de los mil pasillos, la última entrega de esta trilogía que, al parecer, vuelve a Ingary. Ya tocaba que se editara esta trilogía en una edición bonita y, sin duda, Nocturna lo ha conseguido.

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