Desde la primera palabra que Isaac Rosa escribe, hasta el punto final de la última página, esta novela te atrapa en una red de la que no puedes salir. Pese a que he leído otros libros entre En el país de la nube blanca y La habitación Oscura, desde que empecé a leer este último decidí que mi segunda crítica tenía que ser dedicada para él. Así como es el autor del mes de junio (tengo pendiente leer otro de él, La mano invisible), este libro para mi es una de las revelaciones del año.
La habitación oscura habla de un grupo de amigos que construyen en su local una habitación oscura, donde la luz no puede entrar. A partir de entonces, lo que empieza siendo un rincón para la desinhibición sexual poco a poco va transformándose en el eje en el que giran la vida de los personajes. Un lugar donde la oscuridad es censura, pero también es un refugio, un lugar de silencio y paz y poco a poco, un agujero donde huir cuando los problemas de la vida cotidiana asolan el día a día.
Isaac Rosa juega con la oscuridad y el silencio como elemento y va hilando toda la historia a su alrededor. Las texturas, las sensaciones, los sentimientos, todo tiene ese toque casi místico de la habitación oscura, y a la vez tan real. Una novela de realismo sucio, o realismo al desnudo, que poco a poco va destapando el paso de los años de una generación que ha vivido el cambio político, del bienestar económico prometido a la reciente crisis en la que aquellos sueños que les habían prometido se van desmoronando.
Durante toda la novela, el juego de primera o segunda persona hace que el lector se sienta totalmente identificado. Al relatar además el panorama económico y político actual, todos los rostros anónimos a los que Isaac va poniendo nombre son el lector. La mujer que se alza contra el sistema con el puño en alto, el hombre que se aferra a su trabajo pese a que sabe que con ello, está perjudicando a los demás. Rostros normales, de personas normales como tu y yo, como la mayoría de españoles o hasta europeos de clase media.
La prosa de Rosa puede llegar a hacerse un poco pesada si no estás acostumbrado, pero aunque juega con la mezcla del nosotros y el monólogo interior, en general engancha de forma difícil para la forma en la que está escrita. Algo repetitiva quizá, sobre todo durante los primeros capítulos en los que se recrea en escenas sexuales, pero por otro lado, la crudeza de su narrativa hace llegar más hondo el mensaje. Por qué al final, la pregunta que nos hace Rosa, una incógnita que queda supurando todo el libro y que no acaba de ser respondida es ¿cuando llegue lo peor, esconderás la cabeza bajo tierra o alzarás el puño? Porque en el fondo, todos hemos creado nuestra propia habitación oscura.
En mi opinión, un muy buen libro, que vale la pena leer y que aunque a veces sea algo pesado, se hace de lectura rápida. Isaac peca de ser demasiado crítico para ser escritor y eso puede hacer que alguna gente rechace esta novela, pero al menos en mi opinión, es un libro casi obligado este 2014.
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