Reseña: Rapsodia Gourmet de Muriel Barbery

Muriel Barbery no era un nombre desconocido para mi cuando me encontré este libro. Al contrario, había sido una de sus obras (la más conocida, La elegancia del erizo) la que había sabido llevarme hasta ese lugar mágico que va uno cuando se enamora de un libro. Y yo estaba enamorada de La elegancia del erizo. Por eso cuando encontré este libro, no me lo pensé dos veces y lo empecé a leer. Al fin y al cabo, no sentía que Barbery pudiera decepcionarme. Y de alguna forma, no ha sido exactamente así.

Pierre Arthens, el maestro, el crítico gastronómico más importante de Francia, se está muriendo. Le quedan apenas unas horas de postración en la cama antes de que su corazón deje de latir y entonces, morirá. Pero antes, Pierre necesita recordar ese sabor, esa exquisitez que recuerda su paladar, pero no su memoria. Así, nos dará un recorrido por cada uno de esos momentos gastronómicos que marcan la vida de una persona y más de alguien como él.

La idea, de entrada, es buena. Y además está ejecutada con la belleza de la pluma de Barbery, que para los que no la hayáis leído nunca, os aseguro que es increíble. Solo ella podrá describir los sabores casi orgásmicos de la comida con una exactitud bella. Sientes con Pierre, saboreas con Pierre, puedes llegar a trasladarte en esos comedores, restaurantes o mesas llenas de comida que la autora describe. 

A su vez, vamos viendo el maestro a través del punto de vida de la gente que lo ha rodeado. No solo sus hijos o su esposa, también cocineros, criados y hasta el mendigo de la esquina. Todo el mundo opina sobre el maestro y esa variedad de opiniones nos hace ver un poco mejor como es el personaje principal. Porque esta novela no solo gira alrededor de la comida (el protagonista indiscutible) sino también alrededor de la memoria, del camino que ha dejado este personaje a través de los años. Las huellas que no siempre han sido buenas.

Sin embargo, el libro peca de pretencioso. Llega un momento que te empachas de descripciones gastronómicas y que el libro se hace repetitivo. Al final, los personajes secundarios apenas importan y las comidas que Pierre va describiendo, menos. Al final, lo único que interesa para continuar el libro es la pluma de Barbery, pues es preciosa. Pero no compensa el esfuerzo.

En definitiva, es un libro que debería haber tenido 100 páginas menos. Una historia corta que no da para más pero que Muriel la estira como si se tratara de masa, hasta que quiebra. Al contrario de la obra que la hizo más famosa, esta tiene la pluma, pero no una historia consistente. Y aunque el libro de para mucho, no da más de si. 

2,5/5