El festival Celsius 232 es uno de los
momentos más esperados del año en el calendario friki (y en mi calendario
personal). Cuatro días (5, si haces pre-Celsius) en los que entras en un mundo
diferente donde los libros de género, las series frikis, y cualquier otro tema,
son orden del día. Un lugar donde puedes hablar de naves espaciales, de
astronomía, de sexo y de música (inventada por la borrachera o no) entre birras,
sidra y cubatas. Un lugar que, al final, acabas sintiendo como un segundo
hogar. Todo eso hace el festival por nosotros.
Esas personas maravillosas del Celsius <3 |
Pero es que el festival son las personas que
lo crean. Son sus organizadores (Cristina, Ivan y Diego… ¡Gracias!), que
trabajan incansablemente para traer autores interesantes, cuadrar todas las
charlas y, espero, tomar una cerveza de vez en cuando. El festival son todos
los asistentes, amigos o conocidos o simplemente gente que ama la literatura y
la fantasía, la ciencia ficción y el terror. Caras que desvirtualizas y caras
que vuelves a ver después de un año de ausencia. El festival son también todos
los autores que asisten, los que se pasean por el pueblo y firman y saludan a
todo el mundo, sí, pero también aquellos que solo están en las charlas y que, durante
media hora, o una hora, consiguen interesarte por sus temas, sus libros, sus
videojuegos, lo que sea. Quizá una de las causas de que el Celsius sea tan
adictivo es que todo esto se junta en una amalgama de cuatro días incansables.
El cartel del Celsius 232 del 2018 ha sido
muy potente. Con escritoras como Kameron Hurley o Becky Chambers, Laura Lee
Bahr o Mariana Enriquez. Con charlas sobre el humor en el género, sobre
bizarro, sobre Mary Shelley y Frankenstein, sobre el status quo de la ciencia
ficción, sobre la divulgación de videojuegos… y muchísimas más a las que no
pude ir. Este año las charlas fueron aún más numerosas que el pasado y empiezan
a quedarse cortas la carpa y el auditorio para tantos temas interesantes de los
que hablar. En el Celsius puede ir cualquier persona de cualquier edad y ver
como los talleres o las actividades paralelas aumentan es un placer.
Al final, el festival es todo. Los pequeños
elementos que lo conforman. Los autores, los libros, las charlas en terrazas,
la comida abundante (muy abundante, que hablamos de Asturias), los viejos
amigos y los nuevos, los pequeños momentos en los que te olvidas del mundo
exterior. Son cuatro días para comer, beber, reír, disfrutar y aprender.
Aunque no lo parezca, al Celsius también se va por sus charlas |
Durante todo el año, hay una idea que se
queda en la recámara de tu mente y te ronda constantemente. Esa idea, esa
imagen, es el festival Celsius 232, un festival que (por desgracia) sucede una
vez al año y que en cada ocasión me conquista más profundamente. Como me pasó
el año pasado (y el año anterior a este), la vuelta de Asturias ha sido
depresiva, pero también con muchísima energía. Energía para empezar proyectos,
energía para conseguir objetivos y energía que, espero, me dure hasta de aquí
365 días. De momento, lo único que puedo hacer es hablaros del festival, de sus
gentes, de sus momentos. Así, quizá, el año que viene podamos encontrarnos en
las calles de Avilés. Yo, como se ha vuelto tradición, pienso volver seguro.
Se ve que es una experiencia maravillosa T_T ya en algun año iré ♥
ResponderEliminarun abrazo :P
El año que viene voy sí o sí. Decir que me muero de ganas es quedarme muy corta.
ResponderEliminarBesos!
Ojalá poder ir el año que viene, me ha dado tanta pena perdérmelo este año. Me alegro de que te lo pasaras tan bien ❤️
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