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Dime lo que comes #16: Lolita

sábado, 28 de febrero de 2015

Llevo un par de días sin publicar y todo porque quería acabarme el libro de Murakami y así poder publicar la reseña antes de que acabara el mes. Por desgracia, el trabajo y el cansancio me han convertido en una lectora lenta, así que no pude acabármelo hasta ayer por la noche (y como entenderéis, ayer por la noche no pude escribir la reseña). Pensé en publicarla hoy, pero he preferido seguir "el calendario" y publicar un Dime lo que comes, ya que es sábado. Y además, sé que os encanta esta sección :)

El libro que os traigo hoy es un libro muy especial y que sé que muchos han leído o quieren leer. Como seguramente va a pasar a partir de ahora, las fotos están hechas en la librería, a falta de tiempo y lugar donde hacerlas. Espero que no os importe, porque me las he currado igual. Estuve a punto de publicar este Dime lo que comes en San Valentín, por que es una novela romántica (aunque digan que no jaja), pero al final me decidí por el que posteé ese fin de semana porque me parecía más adecuado. Pero hoy os traigo esta delicia que también está muy bueno.



Quizá os parecerá un poco rara la asociación de pastel de queso y arándanos (que por cierto, es delicioso) con Lolita, pero al contrario, a mi me ha parecido bastante adecuado. Por un lado, el contraste de colores parece bastante adecuado para la novela. El blanco inocencia contrasta con el rojizo intenso de los arándanos, de la perversión y el romance pasional y desesperado. Por otro lado, también encontramos un contraste de sabores entre el ácido de la mermelada y la dulzura del queso. 

Si habéis leído el libro o mi reseña, sabréis que Lolita es un personaje de contradicciones y por eso me parece que este pastel queda tan bien con ella. Es un pastel que simboliza el paso de la inocencia infantil a la madurez de la juventud. Un pastel que parece unificar dos sabores, dos colores en uno, así como el personaje de Lolita. Como el misterior que Nabokov crea con este personaje. Es por eso que me ha parecido tan adecuado.



Esta es de las recetas más sencillas que os voy a explicar, así que espero que la disfrutéis:

Ingredientes:
500 gr. de queso crema (philadelphia es ideal)
140 gr. de azúcar blanco
2 huevos
125 ml de nata para montar (sin montar, claro).
1 cucharada de esencia de limón
Unas 15-20 galletas maria
50 gr de mantequilla
Mermelada de arándanos al gusto

Preparación:
Está muy muy bueno, lo prometo.
Primero vamos a hacer la base. Cogemos las galletas maria y las machacamos hasta que quede harina de galleta (es decir, como en polvo). Calentamos la mantequilla en el microondas hasta que se deshaga y juntamos ambas cosas en el molde previamente preparado. Esto será la base de galleta, así que aplanamos todo lo posible, llenando todos los huecos. Una vez hecho esto, reservamos el molde dentro de la nevera para que se solidifique mejor.

Batimos el queso crema con el azúcar hasta que se integre. Añadimos los huevos uno a uno con delicadeza y vamos batiendo para que vaya uniéndose a la masa. Añadimos la nata y el limón y acabamos de batir. Os quedará una masa totalmente líquida (y buenísima) que ponéis dentro del molde. 

Precalentamos el horno y una vez caliente, ponemos el pastel en el interior a 180 grados durante diez minutos. Luego, sin sacar el pastel, bajamos la temperatura a 120 grados y dejamos hornear a fuego lento durante una hora y media aproximadamente. Este tiempo va a variar según el tamaño de molde, así que vigilad el pastel y id pinchándolo. Cuando veáis que sale más o menos limpio, sacáis el pastel. No lo desmoldéis hasta diez minutos más tarde y se aconseja guardar el pastel al menos un par de horas en la nevera.

Para servir, cubrir de mermelada de arándanos al gusto. Se puede cambiar por cualquier otra mermelada o, como os expliqué hace tiempo, por lemon curd (que está aún más bueno). La esencia de limón es opcional, pero le da un toque ácido buenísimo que recomiendo.

Espero que os haya gustado tanto la receta como la entrada y nada, que nos vemos en el próximo Dime lo que comes y te diré lo que lees.

Reseña: Lolita de Vladimir Nabokov

jueves, 19 de febrero de 2015



Hace tiempo que tenía este libro (y al autor en general) en mente. Mucho se ha hablado de Lolita y es de esos libros que impresionan a cualquiera que lo lea (para bien o para mal). Por eso, y también porque tenía muchas ganas de empezar con el autor, cuando el club Pickwick decidió leer Lolita en enero, lo cogí con muchas ganas. De hecho, ya lo tenía comenzado y lo pausé hasta enero para ir a la par que el club.

Humbert Humbert es un divorciado profesor europeo que viaja a Estados Unidos y decide alquilar una casa en un pueblecito. Humbert Humbert conoce en esa casa a Dolores Haze o Lo. Su Lolita. Humbert Humbert escribe estas memorias de un amor desenfrenado que difumina la frontera entre el amor y la desesperación. 

¿Quién no ha leído alguna vez el inicio de esta novela? ¿Quién no se ha dejado arrastrar por la candencia, la lírica de la prosa de Nabokov y se ha dejado encandilar por esas preciosas palabras iniciales? Si vosotros no estáis en este grupo, no pienso estropearos ese momento. Coged el libro, abridlo, oledlo. Y leed esas primeras palabras que te catapultan de pleno hacia un libro tan deliciosamente bien escrito que es imposible no enamorarse. 

Por supuesto, el libro es algo más que un primer párrafo, aunque este haya pasado a la historia como uno de los mejores inicios (al menos a mi historia literaria). Lolita es un libro desgarrador, contundente, que rompe con todos los esquemas de las novelas hasta el momento por dos razones, dos razones transgresoras: El incesto y la pedofilia. A cualquiera, esas dos cosas pueden tirarle para atrás y de hecho, es un libro que ha creado tanta polémica por eso. Pero estamos hablando de literatura. De ficción. Yo al menos voy a juzgar el libro por lo que es, y no por lo que ha hecho.

Si hablamos de Lolita, tenemos que hablar por un lado de la prosa de Nabokov. La pluma de este autor es simplemente preciosa: bella, con una candencia casi natural, elegante, lírica, te arrastra cual marea hacia el interior de la novela, del propio Humbert Humbert. Se saborea cada una de las palabras y también el todo. 

Pero además, la trama está muy bien llevada. Sí es verdad que en la última parte del libro me ha parecido que el autor se enredaba consigo mismo, que daba demasiadas vueltas a un mismo tema y al final, aunque he disfrutado de cada una de las palabras leídas, no todas me han parecido necesarias. El contraste entre la perfecta primera parte y la segunda, algo más floja, para mi es notable. Aún así, recomiendo leer ambas aunque sea para disfrutar de la prosa del autor.

Los personajes están muy bien caracterizados. Tanto Humbert Humbert como Lolita como el resto de personajes secundarios que van sucediéndose, tienen un estilo, un carácter, una figura delineada que somos capaces de reconocer. Además, y al tratarse de un libro en primera persona, podemos conocer todos los recovecos de la mente de Humbert, tanto los más bonitos como los más desagradables. Lolita, por otro lado, es un misterio que ni el propio autor creo que ha logrado descubrir. Un misterio que se sucede entre el encanto de la nínfula y la inocencia de una niña. Quizá el personaje que más da de que hablar de la novela, al menos en mi caso.

Y Humbert. Y Lolita. Y su relación. Sí, todo es os puede tirar para atrás. Pero no es algo que, al menos a mi, me haya dado repulsión. Dejad eso de banda, porque el libro es muchísimo más que eso. Es una historia sobre la obsesión, sobre un viaje, y sobre la degradación de las personas y las relaciones. Sobre la tortura del amor.

En definitiva, y perdonad esta reseña tan larga. ¿Lo recomiendo? Muchísimo. Si no habéis leído a Nabokov, no sé a que estáis esperando. Pese a la exasperación de lo enrevesado de la segunda parte, cada una de las palabras te indica que estás leyendo a un maestro. Y es que Lolita es uno de esos libros que marcan a todo lector. Para bien o para mal. 

4,5/5