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Reseña: El señor Nakano y las mujeres de Hiromi Kawakami

lunes, 16 de noviembre de 2015



¿No os pasa nunca que os obsesionáis con algún escritor? Y entonces queréis leer todas sus obras. Pues me pasó un poco con Hiromi Kawakami. El primer libro que leí de ella me gustó suficiente para querer probar otro y fue entonces cuando empezó el mal. Me leí este y me leí una antología de cuentos (que me fascinó) y los leí seguidos porque necesitaba más. De hecho, llegué a comprarme otro libro suyo (estos dos son de la biblio) porque tenía muchas ganas de leer cosas de la autora. Seguramente pronto vuelva a caer en mis manos, pero mientras os traigo la reseña de este, que me parece un libro muy interesante.

Kawakami nos traslada a una tienda de objetos de segunda mano, propiedad del señor Nakano. La protagonista es Hitomi, una joven japonesa que empieza a trabajar como dependienta en dicha tienda. En dicha tienda no solo trabaja ella, sino que ahí conoce a Takeo, el chico que ayuda en las recogidas de objetos, el señor Nakano, peculiar y uno de los personajes principales de la novela y la hermana del señor Nakano. Kawakami logra crear un ambiente familiar que unifica a estos cuatro personajes.

La historia gira alrededor del día a día en esta tienda y la novela está ambientada con un tono melancólico que sugiere a las novelas de Murakami y al Japón contemporáneo y estresante que desconocemos. La cotidianidad que predomina en esta obra es el trasfondo en el que estos personajes actúan y aunque en ningún momento se hace pesada, sí avanza con la lentitud de una sopa cociéndose a fuego lento. La mirada introspectiva de Hitomi acrecienta esta sensación de familiaridad que tiene la novela y nos acerca mucho, de manera subjetiva, a la acción.

La relación entre los cuatro personajes es el leiv motiv de la historia, sobre la que gira. La relación no solo de ellos con Hitomi, sino también entre ellos. Cada capítulo es como una historia autoconclusiva que, sin embargo, tienen continuidad y que nos van llevando a través de situaciones del día a día por la historia. Y detrás de estas relaciones familiares, está la relación amorosa entre Hitomi y Takeo, una relación que avanza tan lentamente como la historia.

La escritura de Kawakami es única para conseguir este efecto de cercanía que provocan las 240 páginas de libro. Es un libro lento e íntimo, pero se lee muy fácilmente. Una vez te adentras en el libro, te descubres sintiendo con los personajes. La sensación de calidez que deja la última página de la novela es característica de esta autora, que puede parecer que escriba de forma muy sencilla, pero que de alguna forma te llega muy adentro.

Kawakami es de esas autoras japonesas que poca gente conoce y que no suele despertar muchas pasiones. Sin embargo, su escritura, sencilla y familiar, crea una cercanía con los personajes y sus historias que un lector al que le gusten este tipo de libros agradecerá. Si os gustan las historias que no hablan pero dicen mucho, este es uno de vuestros libros. ¿Su único problema? El precio. 

Podéis encontrar la reseña entera publicada en El peso del aire, haciendo click aquí :)

4/5

Dime lo que comes #23: El cielo es azul, la tierra blanca

domingo, 5 de julio de 2015

Hoy toca un Dime lo que comes diferente. Uno que será la primera de tres entradas temáticas que durarán todo el verano. Por un lado, es un poco diferente porque la receta que os traigo hoy no se parece a nada de lo que haya hecho antes (además de ser muchísimo más fácil). Por otro lado, es diferente porque ha sido gracias a Carol M. y su reto el porqué de esta entrada tan veraniega. En el último Dime lo que comes, Carol me retó a hacer una entrada para un libro de literatura japonesa. Es un reto difícil, porque la mayoría de repostería que hago se aleja bastante de la repostería japonesa. Primero pensé en hacer algún postre típicamente japonés, pero luego se me ocurrió esto. Y creo que la idea se acerca tanto a oriente como a occidente.



Antes de empezar la entrada, pero, tengo que comentar dos cosas. Por un lado, pedir perdón por la calidad de las fotografias. Normalmente la calidad de estas suele ser impecable, pero esta vez las he hecho con el móbil porque no tenía la cámara a mano y no podía hacerlas otro día. Las he toqueteado un poco para que estén algo más decentes, pero realmente nada que ver con la calidad de una reflex. Por otro lado, a partir de ahora voy a subir estas entradas cada dos domingos. Ya lo pensé de esta forma y por eso no la subí ayer, pues así me da tiempo de escribir la entrada de postres que haga durante la semana. Ahora sí, vamos a por esta entrada de Dime lo que comes y te diré lo que lees:

El cielo es azul, la tierra blanca o en realidad, cualquier novela de Hiromi Kawakami (cualquiera de las que he leído, todo sea dicho), tiene ese aire refrescante del verano. De hecho esta es, quizá, la que menos, pero aún así la forma de escribir de Kawakami, tan fresca, agradable y veraniega le va que ni pintado a este postre. El postre es un helado de limón casero super bueno. En serio, tenéis que probar la receta, no solo es facilísima sino que está deliciosa. El polo de limón tiene un poco de menta, porque ese toque fresco que le da la menta y el tono ácido que tiene la novela quedan super bien. Además, es un postre ideal para combatir el calor de verano: Te refresca por dentro. 


Están tan buenos que volaron en el Cafè. Hice seis, mañana haré de otros tipos así que está claro la temática de los próximos "Dime lo que comes". A ver si podemos combatir esta calor infernal. La receta, como he dicho, es muy fácil de hacer, os la dejo a continuación.

Ingredientes:
100 ml de agua
100 gr. de azúcar
el zumo de tres limones
la ralladura de un limón
350 ml de agua fría
hojas de menta.

Preparación:
Hacemos un sirope en un cazo con los 100 ml de agua y los 100 de azúcar. A fuego lento, dejamos que el azúcar se disuelva lentamente con el agua, mientras vamos removiendo. Por otro lado, mezclamos los 350 ml de agua fría con el zumo de los limones y también la ralladura del limón. 
Cuando el sirope está listo, lo dejamos enfriar y lo agregamos a la mezcla. Remenamos (yo lo puse en una botella y agité, pero como vosotros prefiráis ) y llenamos nuestros moldes con la mezcla. Añadimos entonces una hoja de menta a cada uno de los helados.
Lo ponemos al congelador durante unas dos horas y luego clavamos los palillos y los dejamos tres o cuatro horas más, hasta que estén totalmente congelados. Si no tenéis un molde de helado, podéis usar otras cosas, como vasos de cartón o cubitera. 

Reseña: El cielo es azul, la tierra es blanca de Hiromi Kawakami

lunes, 26 de enero de 2015


Cada descubrimiento de una nuevo escritor/a japonés es una alegría, así que cuando descubrí este libro en una librería de segunda mano por solo dos euros (ya sabéis, siempre os hablo de ella), no pude resistirme a comprarlo. Hiromi Kawakami era desconocida para mi, pero eso solo significaba un nuevo descubrimiento. Así que cuando tuve un rato para leer me adentré en esta historia y la verdad es que no me arrepiento.

Tsukiko vive una vida disfuncional, tiene más de treinta años y no está casada. Solo vive para su trabajo y para ella misma. Un día, se encuentra con su antiguo maestro en una taberna. A partir de entonces empezarán una extraña relación en la que ninguno de los dos hará un paso para consolidar, pese a que poco a poco sus sentimientos irán creciendo.

Como primera experiencia, Kawakami me ha gustado. De un tono lírico similar a los haikus que caracterizan la literatura de los escritores nipones, Kawakami nos traslada a un Japón bonito pero melancólico, cuyas palabras están cargadas de un toque emocional que no pasa desapercibido. La ambientación creada por la autora está muy bien creada y el lector se adentra en ella fácilmente, pese a las diferencias entre culturas.

Pero son los personajes y sus emociones las que sustentan la obra y la llenan. Kawakami ha caracterizado muy bien a sus dos protagonistas y podemos ver personajes tan reales que con sus diálogos, sus detalles y sus personalidades son fácilmente reconocibles. Es el choque de estas dos personalidades, tan dispares y a la vez tan similares, el que conduce la obra y la relación que en ella se describe.

La pluma de la autora es, como la mayoría de los japoneses, con un toque lírico precioso, pero a la vez muy sencilla. Esta es una de las cosas que más me gusta de la literatura japonesa, porque no necesita de formas muy enrevesadas para expresar. Es a través de su sencillez que expresa y llega hondo. Esta es una característica que me he encontrado con la mayoría de los autores japoneses que he leído.

En conclusión, esta quizá puede ser una obra que pase desapercibida para aquellos que no les gusta la literatura japonesa, pero si te gusta leer autores nipones, te recomiendo que descubras a Kawakami. Esta novela, cargada de emoción y sensibilidad, no sé si es la mejor (sobretodo porque no he leído más), pero es un buen ejemplo de la literatura del país. Ya os diré si lo es también de la literatura de la autora, porque me han quedado ganas de leer más de ella.

4/5