La chica mecánica de Paolo Bacigalupi

La ciencia ficción fue, durante mucho tiempo, un género que inconscientemente rechazaba un poco. Sí que había libros que me habían fascinado (véase a Asimov o a Dan Simmons), pero en general no tenía la necesidad de leer esta clase de libros. Sin embargo, poco a poco y desde hace un año, he ido integrando cada vez más los libros de ciencia ficción en mis lecturas, tanto que se ha convertido en uno de mis géneros preferidos. Estoy segura que esto se ha notado en las reseñas del blog y ya os aseguro yo que se va a seguir notando. 

Bacigalupi nos traslada a una Tailandia apestosa y pegajosa, con un calor horrible (y muy parecido al actual) en un futuro próximo. El mal uso de los transgénicos y la biotecnología ha llevado al mundo el riesgo de nuevas enfermedades pandémicas y al miedo de la población. La falta de recursos y combustibles, y por lo tanto energía, muestra también la desigualdad social en la que tener luz después de que se ponga el sol es un lujo y en la que los coches han pasado a ser casi inexistentes. Bacigalupi nos muestra, por lo tanto, la ambientación de un mundo que en realidad, en vez de avanzar hacia el futuro, parece haber retrocedido. Un mundo donde se viven las mismas injusticias, pero sin los recursos que ayudaban a sedar a la población. 

La ambientación que crea el autor es el punto más fuerte de este libro y más débil de este libro. Al tratarse de una ciencia ficción dura, en el sentido de que Bacigalupi no prepara al lector de ninguna manera antes de zambullirlo en esta sociedad injusta y casi distópica, sino que simplemente lo empuja sin miramientos. Eso hace que las primeras 50-100 páginas puedan resultar algo confusas, sobretodo ante los nuevos conceptos (algunos más deducibles que otros, por supuesto) y ante las varias coletillas que usan los personajes en tailandés y que el traductor, con más o menos acierto, ha dejado en el idioma en el que Bacigalupi lo escribió de entrada. En esas primeras páginas, el lector pasea por la historia sin realmente adentrarse en ella, entendiendo vagamente las motivaciones de los personajes pero no qué las crean. Viviendo el calor infernal de Bangok, sintiendo la pesadez de la humedad, el miedo a las enfermedades de la población y la desigualdad social que se entre mezcla entre las páginas de la novela. Porque igual que esas primeras páginas son difíciles de leer, también crean un contexto que hacen que el lector, una vez superada esa barrera, pueda situarse con una visualización sorprendente en la escena que narra el autor. Porque si algo hace bien el autor, es situarte en la escena. 

Estructuralmente, Bacigalupi no se complica. Crea varios personajes y a través de los ojos de estos personajes, nos muestra la historia desde diferentes puntos de vista. Esta estrategia estructural gana mucho en según que personajes (sobretodo cuando podemos ver a Jaidee o a Emiko, además de a Anderson) y el autor logra que ninguno de ellos tenga más protagonismo que otros: Todos son importantes e imprescindibles. O casi todos. Me ha dado la impresión de que había un personaje que llenaba un relleno prescindible, que mostraba un punto de vista curioso e interesante, quizá, pero que no aportaba nada a la novela: Sin las acciones de este personaje, la historia habría continuado igual y aunque a veces nos muestra desde unos ojos privilegiados lo que el resto ignora, esa cualidad informativa no es, al final, tan necesaria. Con estos personajes tan variados, Bacigalupi arranca varias tramas, mostrándonos cada personaje y sus intenciones, sus motivaciones y sus pasados, pero a la vez confluyéndolos de forma que acaban, en algún momento, interactuando. Esta trenza de tramas es lo que me ha parecido más interesante y bien hecho (además de, como ya he comentado, la ambientación) y aunque el inicio tira para atrás a los lectores poco acostumbrados al género, en general una vez se adentra en cada una de las tramas el lector consigue quedar atrapado entre las páginas. Bacigalupi juega muy bien con las intensidades, mostrando lo que tiene que mostrar en el momento exacto para que el lector no pueda dejar la lectura.

Está bien escrito, con una pluma no muy recargada, pero tampoco ágil y muy rica en detalles. Sin embargo, me ha dado la sensación de que aunque era fácil adentrarse en esta Tailandia del futuro, era mucho más difícil empatizar con los personajes. La frialdad y distancia con la que me ha parecido que trataba todas las historias hace que, al final, no haya mucha interacción entre el lector y los personajes creados por Bacigalupi. Además, la traducción está muy trabajada y logra transmitirnos bien esas sensaciones que Bacigalupi seguramente describió a la maravilla en el original. Creo, pese a lo que he dicho antes sobre los conceptos en thai, el traductor logra plasmar bastante bien lo que debía ser el original, que creo que es lo mejor cuando hablamos de traducciones.

En conclusión, es un libro que puede no gustar a mucha gente y lo entiendo. Pero para todos aquellos que conocen bien la literatura de ciencia ficción o fantasía, este puede ser un buen inicio para conocer a Bacigalupi. Aunque a mi me han gustado más sus cuentos, esta novela tiene grandes aciertos (estructura, buena ambientación, personajes o una trama fascinante) que superan con creces los "pero". Espero que os animéis a darle una oportunidad a este original autor.