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Mil otoños de David Mitchell

lunes, 4 de septiembre de 2017



Este agosto, igual que el año pasado, me propuse leer varios libros de ciencia ficción. Aunque he estado menos acertada que en 2016, pues he tenido un poco de crisis lectora, he podido avanzar algunas lecturas que llevaban cogiendo polvo en mi estantería durante meses. Una de estas era Mil otoños y, acostumbrada a la estructura de fix up de los libros de Mitchell, no me miré mucho la historia del libro antes de cogerlo. Solo sabía que tenía ambientación oriental y que lo firmaba David Mitchell, así que no necesitaba más. Y eso fue un error... en cuanto al reto de agosto se refiere. Sí, lo habéis adivinado. Mil otoños no es un libro de ciencia ficción. Independientemente de esto (y una vez me di cuenta, ya empezada la lectura), la novela es un libro interesante y con la prosa característica del autor inglés, es decir, una preciosidad. 

La historia nos traslada a Japón en el siglo XVIII, cuando las fronteras estaban cerradas para todos los extranjeros excepto los holandeses. Jacob de Zoet es un escribano holandés que acaba llegar a Deshima, la isla japonesa en la que están confinados los extranjeros y ahí conoce a Orito, de la que se enamora perdidamene pese a querer mantenerse fiel a su prometida que la espera en Holanda. Orito es una comadrona que después de salvar casi milagrosamente al hijo del magistrado de Nagasaki, obtiene el permiso para estudiar medicina con Dr. Marinus en Deshima.

Mil otoños es una novela histórica (demostrando Mitchell de nuevo que encasillarlo en un género es algo bastante inútil). El ser histórica no significa que pierda la identidad del autor, sino todo el contrario: Mitchell logra imprimir ese estilo tan propio en una historia atípica como la de Mil Otoños. Pues aunque es una novela histórica, Mitchell toca varios géneros: A veces la novela da un giro hacia el romance casi imposible (con un claro tono satírico), a veces los personajes se ven inmersos en una historia de aventura. Esta mezcla de géneros le va muy bien y le da la frescura que tienen sus fix ups sin serlo: aunque la historia sigue los mismos personajes en el mismo momento del tiempo, esta disparirar de géneros le da un dinamismo muy interesante a la novela. 

Lo que está claro es que Mitchell no pierde su toque en una novela histórica: Logra imprimir a sus personajes una personalidad concreta y al trasladar la acción entre varios de ellos (tanto japoneses como holandeses), el autor logra mantener la atención y el interés del lector. A través de sus acciones y, sobre todo, a través de sus diálogos, llegamos a conocer y hacernos amigos de estos personajes. Otra baza que tiene Mitchell y que explota perfectamente bien en este libro es su característico estilo. La forma de escritura de Mitchell es detallista y preciosista, sin resultar aburrida. Sí que en una obra así, de carácter histórico, se pierde en algunas descripciones de la época o el lugar. Sin embargo, no abandona ni el tono cínico ni la lírica de su estilo, por lo que el tono, aunque no sea fantástico, es similar al de sus otras novelas. 

Mil otoños no resultó ser ni mucho menos lo que esperaba, ya que no esperaba una novela histórica. Sin embargo, el hecho de pasar en Japón ya le daba puntos a la novela. Pero además Mitchell sabe plasmar bien la época reflejada, sin mostrarse partiadario de una nacionalidad u otra o sin desmerecer a ninguno de sus personajes. Demuestra que puede defenderse en otros géneros y aunque siga prefiriendo sus libros más fantásticos, Mil otoños no deja de ser una novela preciosa y muy bien escrita. No deja de ser un libro que merece la pena leer. 

Otras reseñas del libro:

Leer en corto: 5 cuentos navideños

domingo, 25 de diciembre de 2016



La Navidad es una de mis épocas preferidas. No por los regalos (que también xD) ni por las vacaciones (que ahora como estudiante y antes como hostelera, no tenía muchas) sino por el ambiente que reina por las calles, las comidas familiares (si, de vez en cuando me gustan) y los tops de lecturas. He querido contribuir un poco a estas listas que engrosan los blogs en los días previos a la Navidad con una nueva entrada de Leer en corto, esta vez con relatos navideños. Pero antes de todo, aclarar una cosa: No son relatos que hablen, per se, de la Navidad. Si queréis leer algo así, tenéis una antología muy molona llamada Saturnalia editada por Fata Libelli. Los relatos que he elegido aquí son más bien relatos que a mi me transmiten alguna sensación relacionada con la Navidad o el invierno. Aún así, espero que os guste la entrada.

Regreso a casa de Mike Resnick
Una de las cosas con las que más asocio la Navidad es con las reuniones familiares y con todo aquel que vuelve a casa después de haber estado viviendo lejos. Muchos amigos viven en países extranjeros y sé que la Navidad es una de las pocas épocas del año en las cuales puedo reencontrarme con ellos. Regreso a casa habla un poco de este tema, del volver después de un tiempo, de sentir otra vez el hogar. Un cuento de ciencia ficción que al principio parece algo disparatado pero que, a medida que vas leyendo, te va calando más y más. Precioso. Podéis encontrar el cuento traducido en la antología A la deriva en el mar de lluvias y otros cuentos, de Sportula.

Mi mirada en ti de David Mitchell
Hay una magia derivada con la Navidad que siempre me ha gustado mucho. No es una magia evidente, no son milagros derivados con la religión, me refiero más bien a esa magia sutil que se respira en el aire. Es una magia que Mitchell sabe plasmar muy bien en todas sus novelas y en Mi mirada en ti está muy presente. Si os da pereza leer, este es el cuento ideal para pasar la navidad, pues lo podemos disfrutar en youtube leído por él mismo. Lo podéis escuchar aquí, la primera y segunda parte, subidos por Odo de Sense of wonder.

¿Quién cuidará de los dioses? de Cixin Liu
Dentro de la tradición oriental, el cuidar de la familia es un deber tan impreso en su cultura que hacer otra cosa sería anormal y extraño. En nuestra cultura, esto no es tan evidente, pero por fiestas la gente vuelve a recuperar su espíritu familiar y esto es una de las cosas preferidas de muchos: El volver a ver a la familia. ¿Qué pasaría si tuviéramos que cuidar de nuestros dioses? Este cuento de Cixin Liu es una maravilla y si queréis leer algo más crítico por Navidad, esta es vuestra mejor opción. Lo podéis encontrar en Terra Nova 3, editado por Fantascy. 

Memories of my mother de Ken Liu
¿He dicho ya que adoro a Ken Liu? Seguro que no lo he dicho suficiente. La mayoría de los cuentos que he leído suyos me han fascinado y por mi, estaría siempre en estas listas. Este es quizá el cuento que tiene un tono más triste de la selección, pero también me parece muy adecuado para estas fechas: Una madre que, al saber que solo le quedan unos meses de vida y que va a perderse toda la vida de su hija, decide entrar en órbita (de manera que para ella esos meses serían años para su hija) y ir bajando un día cada mucho tiempo para poder conocerla. Una historia dura y muy triste, pero también preciosa. La podéis leer en inglés online, aquí.

Muerte de las emisiones de Elizabeth Bear
Sinceramente, no sé por qué he elegido este relato como "relato navideño". Quizá es que a veces estas fiestas también pueden provocar soledad a aquellos quienes sus relaciones familiares no son tan especiales o bonitas. Quizá solo por que siempre hay dos caras de la moneda. Este relato nos habla de eso, de la soledad, y de como la narradora busca compañía en las estrellas. Un relato muy cortito, pero de los mejores de la antología que ha publicado Fata Libelli de Elizabeth Bear. Lo podéis encontrar ahí, en Arcana mundi.

Como veis, ninguno de los cuentos pasan en Navidad o hablan de estas fechas en concreto, sin embargo para mi son muy buenas opciones para leer durante estos últimos días del año. ¡Feliz Navidad a todos!


Relojes de hueso de David Mitchell

jueves, 11 de agosto de 2016



Después de leer El atlas de las nubes, algo me decía que David Mitchell era exactamente el tipo de autor que estaba buscando. Con toques de literatura contemporánea mezclados con literatura de genero de una manera muy sutil y muy acertada, David Mitchell se va convirtiendo poco a poco en un autor del que quiero devorar todas sus novelas. Me regalaron el libro por Sant Jordi y cuando se anunció que Mitchell era uno de los invitados estrellas del Celsius, no quise posponer más su lectura.

Relojes de hueso empieza presentándonos a Holly Sykes, una chica de dieciséis años que decide escaparse de casa después de discutir con su madre. Estamos en la Inglaterra del 1984, en plena ola de calor y con Tatcher dominando el panorama político, pero los problemas de Holly son mucho más cercanos a ella y pronto conocerá la decepción amorosa. A través de seis partes, conoceremos no solo su historia, sino la de muchos otros personajes, muchas otras épocas.

Si habéis leído algo de Mitchell conoceréis su estilo particular para contar historias. Su forma de hilar las diferentes tramas en las que se dividen sus novelas, conectándolas por detalles, momentos, escenas que pueden parecer de poca importancia pero que cogen relevancia después. Estos elementos son muy usados por Mitchell en muchas de sus novelas y Relojes de hueso no es una excepción. Sin embargo, lejos de parecer repetitivo, Mitchell ha actualizado su fórmula y ha dotado de una conexión más cercana en esta novela.

Así, la historia gira alrededor de Holly Sykes y conocemos a Holly en todas sus épocas y desde muchos puntos de vista. Evolucionamos con ella, crecemos con ella y es imposible no encariñarse con su personaje que, de una forma más o menos sutil, va apareciendo en todas las partes de la novela. Lo mejor no es este homenaje al personaje de Holly, sino que conocemos también todo lo que la rodea y de esta forma, diferentes puntos de vista, diferentes opiniones sobre ella. Cada parte del libro está narrado por un personaje diferente (exceptuando la primera y la última) y eso le da una sensación de realismo al personaje.

Mitchell crea también una subtrama fantástica muy interesante y parecida más a la fantasía urbana que a la clásica, pero con toques muy originales. Es un placer para mi leer a Mitchell y esa capacidad que tiene de mezclar la literatura contemporánea con la de género me parece impecable. En esta ocasión el elemento fantástico le ha quedado muy sutil, lo que para mi es un acierto pero que para otros seguramente será un handicap de la novela.

La traducción es otro punto flojo, sobretodo si comparamos la musicalidad del autor al leerse en inglés: David Mitchell tiene una forma de escribir preciosa y con mucha fuerza en la entonación, por lo que la traducción inevitablemente pierde. Además, parece hecha con algo de prisa porque hay algunos errores ortográficos o gramaticales que rechinan un poco.

Lo mejor de Mitchell es que es capaz de hacer que leas 800 páginas como si fueran 200 y al menos yo me adentré tantísimo en la historia que estaba contando, en su forma de narrarla y en todos los detalles que tiene, que no me di cuenta de que estaba devorando el libro. Además, el autor aprovecha para hacer una crítica social, para hablar del desastre de la guerra de Irak o de la problemática de las editoriales, temas con los que puebla sus historias y que las enriquece. Sin duda, una de mis mejores lecturas en lo que va de año.

Otras reseñas de interés:
In the Nevernever
Dónde acaba el infinito
Sense of wonder